Sheila me sorprendió desde el primer minuto.

No sé porqué me la imaginaba bajita y menuda, pero entonces ella me sorprendió casi de espaldas en la calle junto a una amiga que la acompañaba:
"¿Daniel?". Al voltear tardé en reaccionar, de entrada me pareció calladita, pero el hielo se rompió rápido, es que no pude quedarme callado: "¡¡Pero si eres una muñecota grande!!". Sheila primero me miró
sonrojada y luego soltó una risa muy encantadora. Lo cierto es que luego, durante la sesión me dio por llamarla "mi muñeca grande".

Antes de la sesión separamos las prendas que ella deseaba para interiores y exteriores, de manera tal que no se nos escapase nada.

Sheila tiene un cuerpazo muy cuidado y perfectamente proporcionado: 0,0 % grasa, duro, flexible, un cabello negro y precioso, que para la sesión lo tenía alisado pero que normalmente no lo tiene así. Es deportista, tanto que podrías confundirla con una atleta de alta competencia, incluso pasaría un casting de las Amazonas en la serie "Xena, la Princesa Guerrera". Pero en realidad, su porte se presta para facetas muy diversas y en todas queda bien: en lencería coqueta, desnuda, ropa juvenil o vestida como para una gala. Sabes que su compañía te dejará muy bien representado en cualquier escenario.

En las fotos de desnudos, Sheila me evocó a esas postales clásicas de principio de siglo, por eso tuve cierta tendencia en algunas de esas fotos, tanto en colores como en sus versiones B/N o Sepia.

Para la sesión en exteriores elegimos un parque muy céntrico de Barcelona, desde donde nos escapamos a unas calles estrechas muy cerca de allí. Sheila se cortó un poco al principio, lo normal...luego
se olvidó de todo y decidió divertirse con la cámara. Cuando vi a Sheila caminar por la calle, me dio la sensación de que ella no es demasiado consciente del revuelo que causa entre los hombres, (...y más si anda en taconazos, pantaloncitos muy cortitos y una camisa blanca anudada encima del ombligo). Ir detrás de ella es como para filmar el efecto que hay a su paso. Nadie quedó indiferente, ni siquiera las mujeres, (pillé a una chica muy linda que le lanzó una mirada que ya quisiéramos los hombres recibir).

Una vez hallado el lugar y momento correcto, tentamos a Sheila para que se abriese su camisa y mostrase sus pechos preciosos. Mientras posaba así, me dio cierta ternura su mirada un poco timidilla. Estos exhibicionismos urbanos, así sea sólo para el lente de la cámara sin nadie cerca...de verdad que nunca se lo había planteado antes, pero de verdad que lo disfrutó mucho.

Sheila es una chica que destila juventud, buen rollo, energía y mucha, mucha sensualidad.

El plan inicial eran unos retratos individuales, pero una vez en el lugar, surgió la idea de hacerle fotos en acción, captando todos esos movimientos sensuales que evocan un masaje erótico, profesional, de manos de una experta y del cual tanto refieren los foreros que han escrito experiencias con Sheila Yemmei. Pero...nos hacía falta un modelo, alguien que "se sacrificara" para que el trabajo tuviera un gran resultado, un tío dispuesto a ponerse en manos de Sheila Yemmei.

Mientras pensábamos en la idea, vimos a Carlos, el joven asistente, acomodando los equipos:
-Carlos...venga chavalote, que necesitamos un apuesto modelo que reciba el masaje...pero cuidadito ¿eh? que estamos trabajando...!
El joven asistente me miró algo mosqueado, con los ojos como par de platos.
-¿Me tendré que desnudar?
-No se te verá el rostro...
-...pos vale...!

Carlos al desvestirse puso cara de corte y fue Sheila quien le generó tranquilidad, "olvídate de la cámara y déjate llevar por mis manos..." le dijo en un tono de voz muy sensual. Ella al estar en su terreno se manejó con total comodidad. Mi joven asistente me miró con una sonrisita nerviosa que poco a poco fue relajándose conforme se entregó a ella.

Mientras hacíamos las fotos, pude ver cómo trabaja una artista del masaje, que moldea la piel de un hombre con sus manos, pies y cuerpo entero, con posturas ágiles, flexibles y al mismo tiempo delicadas. Por mi parte, la dirección fue mínima, una vez tuve dispuestos los encuadres, dejé que fuese ella que siguiera su "paso a paso".

La piel suave y delicada de Sheila, deslizando sus pechos firmes en la espalda del hombre, me evocaba un ritual oriental. Cada escena era más hermosa que la anterior. A veces ella volteaba a verme para repetir una técnica determinada. Sus preciosos pies fueron presionando con exquisita precisión los puntos adecuados.

Sheila no ha escatimado recursos para crear una atmósfera muy especial en su estudio, por lo que no quise usar demasiada iluminación de los flashes y de paso, evitaríamos romper el encanto. Por esa razón, en varias escenas trabajamos en muy bajas velocidades de abertura pero sin forzar demasiado el ISO para así evitar ruido en la imagen.

Ver todo esto desde mi cámara, fue como hacer de "voyeur" en una escena íntima entre una profesional y un cliente. Más que la expresión de relax y placer que tenía Carlos, me llamó la atención...quiero decir, me cautivó la expresión de ella, en su mirada y tacto hacia él. Una mujer que sabe cómo tocar las teclas adecuadas en un hombre y que además disfruta al máximo lo que hace. Por eso la defino como una artista del masaje.

Llegado el momento de los retratos individuales, Sheila ya estaba totalmente a gusto frente a la cámara. Es una mujer preciosa, poderosamente sexy en su trabajo, de buena figura, encantadora y con una voz que parece acariciarte cuando te habla. Tiene una mirada franca y dulce que te inspira confianza.