Una vez más, y ya van nosécuantas, sueño con mi forera... Contigo... Esta noche te me has presentado tal cual te recuerdo de la primera vez. Con tus tejanos, levemente ajustados. Con una camiseta blanca, holgada y que sin embargo cae con una gracia especial sobre tus senos, dejando a la vista buena parte de tus hombros. Y tu cuello. Sobre todo su cuello.

Vas descalza. Me despiertas agitándome un poco, agarrando mi brazo delicadamente. Ya no me sorprendo. Estoy acostumbrándome a tus incursiones en mi sueño...

Me incorporo y me apoyo contra el cabezal, medio sentado. Te colocas tú a mis pies como los indios, con las piernas graciosamente cruzadas y las manos sujetándote los tobillos.

No hay masajes, ni caricias, ni susurros ni erotismos tenues esta noche. Tan solo una conversación distendida y que, no sé por qué, me parece a mí largamente postergada. Más que postergada, tal vez vergonzosamente evitada. ¿Nos puede la timidez?

Descubro cosas de ti que me gustan y sorprenden, y que olvidaré en cuanto despierte. Te explico cosas de mí que nunca llegarás a saber en realidad.

Aprovecho para relajar los últimos minutos de sueño mecido por tu voz musical. Podrías estar diciendo los despropósitos más irreverentes esta noche, que yo los procesaría como melodía calma.

Te levantas ágilmente, vienes a un lado de la cama, me das un beso en la mejilla y te despides. Me dices "pórtate bien, Romita", y yo sonrío.

Despierto y en cuestión de segundos todo es un recuerdo vaporoso que, en breve, se desvanecerá. Entonces, ¿te he soñado?

Chi lo sa...