La prostitución es una profesión con un gran número de puntos negativos. Uno de ellos es la inseguridad, ya que las mujeres que la ejercen se encuentran solas frente a clientes que podrían llegar a hacerlas daño. Otro es la falta de legalidad, porque se trata de un trabajo que se encuentra en un limbo en el que no hay derechos ni obligaciones. Y por decir otro más, las mujeres casi nunca pueden elegir a sus clientes… Y eso les lleva a lidiar con personas bastante indeseables.

La revista Vice ha publicado un artículo sobre este último punto en el que varias mujeres de compañía revelan cómo han lidiado con hombres con los que no tienen absolutamente nada que ver. Y sus trucos son tan versátiles que cualquiera que trabaje de cara al público podría usarlos.


Por ejemplo, una escort llamada Jaden asegura que los clientes buscan cuatro cosas: validarse, afecto, aprobación y liberarse. “A menudo suelo asentir ante cualquier cosa que digan y les hago saber de alguna manera que coincido con ellos. Incluso aunque sean ricos y digan que se sienten discriminados. Y eso que es algo que me indigna, ya que nací en un hogar pobre y criada solo por uno de mis padres”, asegura esta veinteañera que trabaja en Estados Unidos.

“Cuando me encuentro con alguien desagradable, intentó apartar mis sentimientos negativos. Normalmente llego a casa y escribo un diario o hablo con otras trabajadoras del sexo por Internet sobre mi experiencia”, asegura. “Por ejemplo, si he tenido una mala experiencia con un cliente muy religioso, puedo hablar con compañeras que saben de religión y que me pueden ayudar a entender lo que ha pasado”.

Según el artículo, muchas prostitutas odian a los clientes que las juzgan o que intentan enseñarlas cosas. Y también a los clientes que demandan una clase de sexo, como para aprender. Para Ginger Snap, una prostituta que además hace cine para adultos, este tipo de hombre pueden ser ‘manejados’ siempre que se mantenga un tono educado y como de profesor: “Aunque siempre intento no olvidar que estamos en un momento que se supone es de placer y divertido, así que intento ser graciosa”.Con los clientes que pretenden darle una lección, Ginger siempre hace lo mismo: “Intento apartar de mi mente la activista que en realidad soy e intento ser más neutra”.

La autora del artículo, una mujer llamada Andre Shakti que también ha trabajado como escort, asegura que es difícil controlar las emociones cuando se está frente a un cliente que no es del agrado de la profesional, pero para que su trabajo no se comprometido, lo mejor es intentar no dejar traslucir las emociones negativas. “Solo así se podrá prestar un buen servicio”, concluye.